Una gran parte del tiempo nos encontramos en un diálogo interior del que no siempre tomamos conciencia.
Percibimos e interpretamos las situaciones que nos rodean.
Hacemos evaluaciones de las demás personas y también de la nuestra.
Observamos cómo son nuestras formas de relacionarnos.
Podemos buscar explicaciones para nuestras vivencias:
¿Qué hizo que tuviera esta reacción? ¿De dónde vino esta emoción? ¿Le doy importancia a este pensamiento o lo dejo pasar?
Nos damos cuenta -o al menos creemos darnos cuenta - de cómo impactamos en las demás personas.
Vamos introyectando las miradas de quienes nos rodean.
En ocasiones esto nos apoya y da seguridad, pero otras veces nos puede generar dudas de nuestra valía y de quienes somos en el mundo.
Quizá algún comentario que escuché sobre mí persona en mí infancia o en mi adolescencia me sigue doliendo muchos años después y tiene un impacto importante en la forma en la que me veo, pero tal vez no tomo conciencia de ello hasta que comienzo un proceso de terapia.
Gran parte de nuestra experiencia subjetiva acontece fuera de la vista de las demás personas, para nuestros adentros, en privado y muchas veces en soledad.
Solemos llevar unos lentes puestos que matizan y configuran nuestra percepción de nosotrxs y del mundo que nos rodea, que tienen un impacto directo en nuestra vivencia emocional y en nuestros comportamientos.
En ocasiones tenemos un diálogo interior en el que nos autoagredimos, nos cuesta comprendernos y nos abandonamos.
Dejamos de tener empatía y de tratarnos con amabilidad, y no consideramos la posibilidad de hacerlo de forma diferente.
“No eres ni nunca serás suficientemente buena” “Si te conocen más no les agradarás” “Debiste de haberlo hecho de forma diferente” “Eres poco atractiva”.
Podemos ser capaces de apoyar y de acompañar a otrxs en sus momentos de dificultades, mirando de forma más compasiva cuando se trata de otra persona.
En ocasiones, no nos damos cuenta de la dureza de nuestro discurso interior, hasta que por alguna circunstancia alguien nos lo hace ver y entonces tomamos conciencia de que la magnitud del enojo que sentimos hacia nuestra persona pudiera ser el resultado de la autoexigencia.
Escucho en terapia a muchos pacientes mencionar que el riesgo de ser más comprensivos consigo mismos y de verse de forma más amorosa, sería volverse demasiado condescendientes con su persona.
Se dan cuenta que la función de la dureza de su diálogo interior es lograr ciertos objetivos personales.
Pareciera que la estrategia que hemos aprendido muchas personas para lograr sacar lo mejor de nosotras es a través de una voz dura interiorizada.
Hace poco tiempo escuché un término que para mí fue novedoso y que me hizo cuestionarme muchas cosas acerca de la relación que tengo conmigo misma: el automaternaje.
Por automaternaje o madre interior, se entiende a una forma de vinculación con unx mismx, en la que nos damos un autoapoyo contenedor, similar al que una madre amorosa le da a un hijx.
Este modo de relacionarnos amorosamente con nuestra persona incluye la comprensión, la ternura y la paciencia.
Esto se puede ver al enfrentar alguna situación difícil, al ser capaces de darnos calma y tranquilizarnos amorosamente.
“No resultó como querías, pero aun así está bien” “Recuerda tus recursos” “Eres suficiente así como eres”
La posibilidad del propio maternaje es un camino alterno para apoyarnos y llevarnos a nuestra autorealización.
Muchas veces comenzar un proceso de terapia puede ser un primer paso para la construcción de un cimiento de autoapoyo.
Al estar todo el tiempo en relación y co-construyéndonos con el entorno que nos rodea, el desarrollo de nuestro propio maternaje no es una experiencia individual, sino que está influida y conformada en gran parte por aquellas miradas y gestos, y por todos aquellos encuentros con los otros que nos retroalimentan y en los que podemos nutrirnos de su mirada amorosa.
También somos co-autores en las experiencias y en las construcciones que los otrxs hacen sobre sí mismxs.
Creo que es necesario tomar responsabilidad de la importancia que podemos tener en sus vivencias, y así poder ser parte del fondo de apoyo que permita que desarrollen su propio maternaje.
Me parece esperanzadora la posibilidad de mirarnos de forma diferente, elegir poner la atención en aquellos aspectos que revelen nuestra propia belleza y la de las personas que nos rodean.
Volvernos parte de un bucle donde podamos entre todx regalarnos la posibilidad de ver nuestro mejor reflejo.
Me parece importante identificar cuáles son esos espacios, quiénes son esas personas que contribuyen para el desarrollo de nuestro automaternaje y que con su presencia amorosa nos recuerdan que merecemos tratarnos con gentileza.
Psic. Teresa Salgado Borge
Psicoterapeuta Gestalt
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