Si estoy sometida al sistema, la libertad de los otr@s me podrá amenazar.
Será el reflejo de una posibilidad de emancipación, de un camino que elegí no tomar.
Imaginemos que somos un grupo de hormigas que vamos en fila. Todas asumiendo nuestro puesto, en la misma dirección.
A los lados hay un sinfín de caminos alternos. Muchas posibilidades por explorar.
Algunos quizá sean sumamente atractivos, otros amenazantes, pero al fin y al cabo un mundo de experiencias por descubrir.
Sin embargo, las hormigas avanzamos siguiendo el camino trazado por nuestras antecesoras, sin cuestionarnos siquiera la posibilidad de desviarnos.
O tal vez otras si nos lo hayamos cuestionado, quizá incluso lo hayamos deseado.
Tal vez lo hayamos descartado por miedo, por lealtad a nuestro grupo, o por un auténtico deseo de continuar en ese camino.
¿Y si de repente una de ellas elige salirse de la fila e irse por otro lado?
Puede que muchas la observemos incrédulas, temerosas o con enojo. Incluso puede que intercambiemos comentarios de desaprobación acerca de ella.
Podríamos considerarla “tonta", "ingrata", "traidora" "egoísta", "libertina”, "desafiadora del sistema", en cualquiera de los casos: reprochable.
La hormiga que nadie en su sano juicio quisiera ser.
Quizá si la hormiga peregrina decide volver generará murmullos, miradas juiciosas y acusadoras.
Algunas podríamos sentir secretamente admiración. Otras preferiríamos alejarnos de ella.
Pudiera ser que haya quienes la recibamos gustosamente, con la esperanza de que haya entrado en razón.
Otras temeremos que lleve por el mal camino a nuestras hormigas más allegadas, por lo que intentaremos mantenerla al margen.
La hormiga transgresora pagará el precio por su libertad. La sanción social del hormiguero.
Hizo lo indebido. Fue más allá.
Pienso en el daño que nos puede ocasionar a las personas las creencias y los deberías rígidos aprendidos de nuestra familia y del medio social.
Puede en ocasiones limitar nuestro potencial. Llevarnos a vivir una vida gris, donde el anhelo de nuestra alma está escondido con llave en el cajón más profundo de nuestro ser.
Muchas familias enseñan a sus hij@s a seguir las tradiciones familiares, les incitan a vivir la vida que ell@s consideran "correcta", en ocasiones a seguir sus propios pasos, o a irse por los caminos que ell@s no pudieron.
Una gran cantidad de personas llegan a terapia sintiendo vergüenza o culpa por haber “fallado”, o por no cumplir aquello que se espera de ellos/ellas.
En otras ocasiones, teniendo experiencias de ansiedad o de depresión por estar viviendo una vida con poco color. Quizá la vida de alguien más. Sin saber incluso cuál es su auténtico deseo.
Otras personas se encuentran en una lucha interna entre su verdadera experiencia y aquello que han introyectado. Es decir, con aquello que han tragado del entorno sin masticar, sin digerir y sin haberlo cuestionado.
Quizá algo amoroso podría ser liberar a nuestros seres queridos de nuestras propias ideas, miedos y necesidades. Educar desde el amor y respeto a la diversidad.
Promover que cada persona tenga la posibilidad de escucharse y elegir libremente.
Tomando en consideración que hay tantos caminos como personas. Que cambiar de camino en cualquier momento es una posibilidad. Y que solo la persona sabe cuál es aquel camino que en ese momento de su vida necesita.
Psic. Teresa Salgado
Psicoterapeuta Gestalt
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